-Cinco de la mañana. Una hora ya muy acostumbrada a mí desde hace mucho tiempo. Mirando por la ventana a un lado de la longeva cama, ni siquiera los rayos del sol se están asomando aún. A mi lado estaba mi esposa todavía absorbida por sus sueños. Seguramente tampoco tardara mucho en levantarse para recibir a los niños en la cocina antes de que se levanten.
-Por mi parte me digno a ir primero al baño. Con un farol en mano, alumbra lo suficiente para lavarme el rostro y preparar mis prendas.
-Al terminar salgo de mi casa con la intención de conseguir aquello que se me había arrebatado. Comenza